sábado, 29 de noviembre de 2014

El silencio del viento

Solo somos un cuerpo pasajero,
un equipaje cargado de recuerdos
reflejados en el espejo del tiempo,
deformados, depurados en nuestro consciente,
irreales, trascendentes a su origen.

Atrapamos con nuestros sentidos
y nos dejamos embriagar de aquello
perecedero, de aquello mutable,
por los deseos, por las pasiones
que nos endulzan la existencia.

Nos ciega la fuente del oro
y siempre tener más en el bolsillo,
al otro lado de la calle
el llanto del hambre y la penuria
ensordece nuestros oídos.

Nos recogemos en la noche,
nos abandona nuestra careta
y surge un niño temeroso,
arrinconado sobre el frío terrazo
de la habitación, horrorizado
ante la tenue luz del nuevo día.

Escuchemos el silencio del viento,
descubrámoslo oculto tras su incesante
murmullo,
y quizás,
llegados a este punto de inflexión,
tan solo nos quede precipitarnos
hacia la búsqueda del alma inmortal.

Daniel, 2014