Llueven gotas de barro sobre el
muro
que emerge entre la mirada de los
hombres.
Un efluvio de tristeza ahoga los
amores
que tratan de encontrar un nuevo
mundo,
donde la esperanza se acueste con
la libertad.
De las bajezas del poder y sus
deshechos
se fabrican vallas que oprimen al
más pobre.
La ignorancia arremete como un
bloque
que destruye la frontera del
entendimiento,
el quebranto de un grito enmudece
la dignidad.
La intolerancia cala como un
aguacero
que el imperialismo germina en
sus nubarrones.
La impotencia ametralla con sus
cañones
de acero cargados de soberbia y
veneno,
el desarraigo se extiende como un
vendaval.
Las palabras derriban decrépitos
muros
y atraviesan alambradas los
acordes.
El tiempo cicatrizará profundos
cortes
del valiente que va en busca de
un sueño mudo,
de quien tiene que andar en busca
de otro lugar.
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