miércoles, 11 de abril de 2012

Acabó por desbordarse


El agua fluía libremente siguiendo su curso
o al menos el curso que dichosa iba forjando
dejándose llevar a expensas de un futuro incierto,
ignorando el lugar donde se encontraría la desembocadura
que le haría dejar atrás el último trayecto recorrido.

Y de tan lleno que estaba el caudal,
este acabó por desbordarse.

A la espera la suave hierba,
que a su paso le regalaba un beso humedecido
por el suave rocío de la mañana,
adueñándose del instante y de su silenciosa atención.

Con la llegada del atardecer en clandestinidad,
el insatisfecho cervatillo acudía a calmar la sed
que otras aguas no supieron calmar.
Ante tan idílica escena, el sol ruborizado
se apresuraba a esconderse lentamente tras las colinas.

Y de tan lleno que estaba el caudal,
este acabó por desbordarse.

Unas veces, los recodos del camino lo acunaban
con sus caricias bajo un manto repleto de estrellas,
otras, la noche con su luz de luna le hacía
estremecerse y agitarse antes de volver a su inicial calma.

Y de tan lleno que estaba el caudal,
este acabó por desbordarse.

                                                                                             


Daniel, ´11

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