Ya desde mi infancia estas presente,
testigo de juegos despreocupados,
de tiempos felices a tempo lento compuestos.
Odiado, añorado y deseado por muchos hombres,
amado y respetado por tantos otros,
entre los que orgulloso y sublime
me incluyo para tu pleno uso y disfrute.
Poetas, pintores y escultores en tus orillas se han
inspirado,
el abajo firmante desde la misma te habla.
Mare Nostrum, sin ti, nada.
Mar en calma o tempestad,
de mi alejas esta ansiedad que me atenaza
acariciándome con tu manto de espuma blanca.
A ti, desnudo me entrego.
Llegado el día en que la eternidad llame a mi
puerta,
deseo fundirme en tus aguas y que mis cenizas
hacia tus adentros arrastres ligeras.
Daniel (2006)
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