jueves, 12 de abril de 2012

Océano de silencio


Este océano de silencio que oprime la cabeza
hasta el centro, separándola del espacio contiguo
donde nuestros cuerpos yacen entrelazados
rogándole al tiempo que no extinga la magia.

Dices que en el espejo de mis ojos
se ve reflejada la tristeza,
en los tuyos observo deformado mi rostro.

En ese preciso instante se interpone el silencio,
silencio que se ahoga en un océano de dudas
y deja paso a un intenso dolor, provocando
el desconcierto de lo que alguna vez fuimos.

Como explicar que excepto en lo más profundo
de mi interior, transcurridos diez años,
no soy el mismo de antaño.

Se reitera el silencio ingrato que oprime el pecho
y contamina la atmósfera de este lugar. Silencio
que acalla mi voz y silencia el más preciado
silencio que existía entre los dos.

Como decir que no soy ni tan bueno como entonces
ni tan canalla como ahora. Tan solo un ser humano
con retales de cosidos imperfectos que puede
equivocarse, que no merece el bombardeo
constante que propaga la metralla de tus palabras
sin saber siquiera si merece tu perdón.

Este sentimiento cansado por el paso de los años,
inerme entre cuatro paredes que lo limitan.
Lo que entonces fue abrir puertas, ahora
es cerrarlas hastiado de todo lo que conlleva.

No dudes que una parte de mí es tuya,
pero no olvides que en mayor medida
la parte sigue siendo mía.

Daniel, 2012

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